Los engaños del cerebro

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Los engaños del cerebro, la percepción

Los engaños del cerebro. Nuestros cinco sentidos (vista, olfato, gusto, oído y tacto), nos proveen de datos del mundo exterior sin procesar. Estos datos carecen por completo de significado, por lo que requieren de un proceso de interpretación por parte del cerebro, para encontrar su relación y utilidad en nuestra vida.

La percepción es el proceso por el cual el individuo interpreta el significado del ambiente que lo rodea, es decir, percibir es comprender que ocurre a nuestro alrededor, la forma de percibir es única y exclusiva de cada persona en el planeta, nadie percibe absolutamente lo mismo que otro, porque la información que nos envía el cerebro, luego de procesar el entorno es totalmente personal, esta percepción esta “contaminada” por nuestros recuerdos, nuestra educación, nuestra cultura, nuestra experiencia, nuestros modelos ideales, y de esta forma construimos un mundo que nos rodea muy distinto al mundo que construye la persona que está al lado nuestro.

La percepción comprende principalmente dos procesos:

1. Selección de información que nos llega del exterior, reduciendo la complejidad y facilitando su almacenamiento en la memoria.
2. Predecir acontecimientos futuros, basados en el punto uno, y de este modo reducir sorpresas.

Es por esto que al percibir una persona o un objeto creamos un orden en todo ese caudal de información y este orden nos permite poder reexaminar la información para poder adicionar más información de interés para nosotros y poder predecir comportamientos y situaciones.

Para hacer eso utilizamos nuestros conocimientos relevantes del pasado, nuestras experiencias, así interpretar los símbolos, los objetos y las personas que nos rodean y de esta forma originar conductas o aprendizaje en torno al hecho de interés.

El conocimiento relevante de cada individuo en general es distinto, por lo que en consecuencia, la percepción frente a un evento siempre es muy distinta de una persona a otra, y es allí donde la percepción es capaz de generar conductas.

Dependiendo de cómo el individuo perciba una situación manifestará una determinada conducta, ya sea si la persona es pacífica, violenta, tímida, agresiva, espontanea, intelectual, analítica, etc.

El cerebro transforma la realidad

A través del proceso perceptivo nuestro cerebro nos engaña, transformando la realidad, agregando información que no viene con el estímulo. Un señor de traje elegante es más confiable que uno mal vestido, una anciana es más confiable que un joven, un callejón es más peligroso que un parque, porque no percibimos únicamente lo que vemos, sino que agregamos otros componentes que están ocultos en nuestros recuerdos, en consecuencia, el acto de percibir tiene un componente emocional que no está involucrado en el estímulo en sí mismo.

Y es allí donde aparece otra forma de percepción, la incertidumbre, que es otro proceso del cerebro para engañarnos, por ejemplo, cuando nos enfrentamos a una situación cuyo significado no es claro, y que en consecuencia nos crea duda e inseguridad, el cerebro lo ve como un efecto negativo, porque entre otras cosas lo desorganiza y lo trastorna, pues al no conocer cómo es la potencial conexión entre el entorno y nosotros, no puede generar un elemento de conducta lógica.

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El cerebro engaña creando estrés

La etapa inicial del estrés comienza en el cerebro, con el proceso de percepción del estresor, (es decir algo que provoca estrés), esto se lleva a cabo en la corteza cerebral que se encarga de los procesos mentales conscientes y de la conducta, es allí donde el hipotálamo, las glándulas pituitarias, suprarenales y el sistema endocrino, crean un caos interno, aumentando el flujo sanguíneo, el ritmo respiratorio, inyectando adrenalina y produciendo una gran cantidad de energía.

Si continuamente estamos sometidos a estímulos que originan esta respuesta por tiempos prolongados, los resultados para nuestro sistema inmunológico y en nuestra salud física son negativos, repercutiendo en nuestra calidad de vida. Es un hecho muy estudiado la alta correlación entre altos niveles de estrés y diversas enfermedades, podemos mencionar: hipertensión, gripe, enfermedades cardiovasculares, tumores, etc.

Engañemos al cerebro

Nuestro cerebro, al transformar la realidad, la malinterpreta y crea situaciones que en su mayoría son ficticias, pero que nuestro cuerpo cree que son reales, y nos enferman. Como analizamos, a través del proceso de percepción el cerebro determina si una situación, un objeto o una persona es un estresor, aunque debemos considerar que existen estresores comunes para la mayoría de las personas, que generan estrés al ser expuestos a ellos, por ejemplo: la oscuridad, la velocidad, la altura, el encierro, etc., pero no nos afectan tanto porque tenemos experiencia en ellos.

Pero existen estresores de otra índole, no menos comunes, pero con efectos mucho más dañinos que los anteriores: los conflictos de roles, los conflictos intergrupales, la convivencia familiar, los problemas económicos o sociales, etc., y en estos casos es donde debemos ser nosotros quienes “engañemos” a nuestro cerebro, siendo objetivos y quitándole importancia al hecho estresante.

Analizar la realidad sin engaños

Debemos comprender que percibir es plantear hipótesis acerca de una persona o una situación de interés, y esto es porque uno de los principios de nuestra vida cotidiana es predecir conductas, pensamientos, sentimientos y reacciones de los demás, generando incertidumbre y produciendo distintos efectos, deseados o no.

La percepción errada de una situación generara un conflicto personal o interpersonal, que a su vez genera estrés, y debemos recordar que para que un estímulo provoque estrés dependerá en gran medida de la percepción del individuo expuesto a él.

Comprendamos que la percepción es un proceso psicológico, a partir de la recolección de información de nuestros órganos sensoriales, (los cinco sentidos), y que el cerebro utiliza para organizar, considerando nuestras creencias, valores, miedos y suposiciones, pero esta buena o mala evaluación del entorno determina la producción de estrés, generando conductas conflictivas.

Aprender a conocer cuáles son los elementos que influyen en la formación de nuestra percepción, nos permitirá crear escenarios reales en lugar de hipótesis ficticias, dominando el estrés y controlando nuestra relación conflictiva con el mundo que nos rodea, cambiando por completo nuestra visión de la realidad.

(Fuente: http://www.huffingtonpost.com/cesar-leo-marcus/los-enganos-del-cerebro-i_b_3350129.html)

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