Batman, Robin y los jugadores de fútbol
Batman, Robin y los jugadores de fútbol. El lugar del psicólogo en el equipo técnico-deportivo no es sencillo. Ya que nuestro trabajo depende mucho de lo que el técnico nos deje hacer, debe tratarse de un técnico que deje resquicio para un no saber; que entienda que sus propias estrategias psicológicas y su intuición son necesarias pero no suficientes; que entienda que la tarea de un especialista lo alivia de tareas que él venía desempeñando y excedían su verdadera función.
El lugar del técnico es homologable al del médico jefe de un servicio hospitalario: poseedor de las mismas decisiones y encarnado el discurso del amo. No todo amo acepta que no hay verdad absoluta para dar cabida a nuevas disciplinas. Una vez que el psicólogo logró ser aliado del técnico, se trata del preparador físico: su formación suele ser distinta a la del técnico, con mayor rigor científico y un perfil de apertura mental positivo.
Hasta la llegada del psicólogo, y aún después, funciona como el «Robin» del técnico. Al mejor estilo de la pareja parental, si el técnico viene a ocupar el lugar de la ley y la antipatía, muchas veces el preparador físico se ubica en un lugar de protección y confianza respecto de los jugadores. El preparador físico, debe renunciar a ocupar exclusivamente el lugar de confianza del técnico y de los jugadores.
Las principales tareas que vengo desarrollando en el fútbol amateur de un club de primera división, desde 1995, son: ayudar a la cohesión del grupo; plantear metas y objetivos alcanzables; evaluar individual y grupalmente en las áreas de concentración, confianza, motivación y control de presiones; implementar estrategias de cambio y desarrollo de esas
actitudes; trabajar en casos puntuales individuales; hacer seguimientos individuales o grupales en competencia y realizar informes para el técnico; colaborar para que la comunicación entre el técnico y el grupo sea fluida; observar los entrenamientos; aportar para que el jugador rinda su máximo potencial; complementar el trabajo del preparador físico con relajaciones y visualizaciones; ayudar a prevenir lesiones y a la rehabilitación psicológica post-lesión; colaborar para que la disciplina del grupo sea óptima y no se dispersen durante el juego en hablar con árbitros y rivales.
Así como el técnico debe asegurar que circule bien la pelota entre sus dirigidos, el psicólogo debe asegurar que circule bien la palabra. También hago intervenciones como puente entre el técnico y el jugador, ante algún hecho puntual donde interpreto que hay obstáculos en su comunicación y que ello atenta contra el trabajo: si ambos están de acuerdo, se realiza una reunión que ayuda a poner palabras y aliviar el malestar.
Hay jugadores con bajo nivel de autoconfianza que consultan, por propia decisión o enviados por el técnico para recuperar la confianza y rendir en su máximo potencial. Esto contribuya a prevenir lesiones, ya que un jugador confiado y bien entrenado es mucho más difícil que se lesione. Dado el segmento de edades que abarca el fútbol amateur, entre 13 y 19 años, el eje debería estar puesto en la formación de los jugadores como personas y no sólo en los resultados deportivos. Por eso organizamos charlas que incluyen información sobre drogas, alcohol y sida; charlas con los padres para informarles sobre la alimentación de sus hijos deportistas y para prevenir la posibilidad de que sean una causa del estress juvenil en los chicos.
Sólo el 3 por ciento de los jugadores que se inician llega a primera división; por eso es tan importante que no dejen de estudiar. Con orgullo podemos decir que en nuestras novena y octava división, todos lo chicos estudian; en séptima división detectamos 5 que no lo hacían y, luego de una charla con ellos, 3 volvieron a estudiar.
(Fuente: https://www.marceloroffe.com/articulos/batman_robin_futbol.pdf)