Penales
Tengo una pregunta para hacerle. Ya sé que es altamente improbable, por no decir virtualmente imposible que yo conozca su respuesta, pero si llega hasta el final del artículo, usted podrá confrontar lo que contestó con los datos que surgen de la “realidad”.
Llega el momento de decidir quién “gana” un partido que está empatado (en un campeonato mundial o Copa América o equivalentes). Suelen jugarse 30 minutos de tiempo suplementario. Si aun así subsiste el empate, llega la tanda de cinco penales por equipo. El árbitro tira una moneda al aire y uno de los capitanes tiene la alternativa de elegir si prefieren patear primero o segundo.
Ahora, la pregunta: usted, ¿qué haría? ¿Elegiría iniciar o esperar? Como se da cuenta, no hay una respuesta que esté bien y otra que esté mal. No. Le pregunto qué haría usted y en qué se basaría para decidir. ¿Instinto? ¿Experiencia?
Por si no lo tiene presente, quiero agregar algunos datos que suelen ser útiles, como la medida del arco (2 metros y 44 centímetros de alto por 7 metros 32 centímetros de ancho). Además, el punto del penal está ubicado a 11 metros de distancia de la línea del arco. Le sugiero que si tiene oportunidad, alguna vez en su vida (si no lo hizo ya), vaya hasta un arco profesional y póngase en el medio mirando hacia el supuesto “pateador”. Vea… es muy muy grande un arco. Mucha superficie para cubrir.
De todas formas, quiero enfatizar que los jugadores involucrados están entre los mejores del mundo tanto los que patean como los que atajan. La probabilidad –en principio– debería ser ½ (o 50 por ciento) para cada uno. El penal en sí mismo no requiere de ningún esfuerzo físico (para quien patea, en todo caso), ya que solo tiene que impactar la pelota una vez y ni siquiera tiene que “acertar” a un objeto en movimiento. La pelota está “quieta”. El arquero tiene que tener ambos pies apoyados sobre la línea y no puede avanzar o adelantarse (reduciendo el ángulo del pateador) hasta que la pelota haya dado una vuelta sobre su circunferencia después de haber sido impactada.
Como quiero darle la mayor cantidad de datos posibles, voy a agregar algunos más. El tiempo “promedio” establece que desde que la pelota sale hasta que llega al arco tarda entre 3 y 4 décimas de segundo. Por supuesto, esto depende también de la distancia que tiene que recorrer la pelota, porque una cosa es si sale recta y otra si el penal es ejecutado cerca de uno de los palos verticales.
Mientras tanto, el arquero necesita alrededor de 2 décimas de segundo para decidir a qué lado va la pelota y después, otro tanto para llegar hacia uno de esos palos (si es que decide no quedarse en el medio). Más: aunque se arroje hacia un costado eso no le garantiza que pueda desviar la pelota (o atajarla). En resumen, está “casi” condenado a que si el penal está bien pateado, sea “gol”.
Pero esto, como bien sabemos los argentinos, no siempre es cierto. Penales convertidos hay muchos (la mayoría) pero atajados y/o desviados, también. Ahora, con todos estos datos, usted ¿qué cree? ¿qué es preferible ejecutar primero o segundo?
Una vez que haya contestado fíjese en lo que sigue y después dese una nueva chance de contestar.
Ignacio Palacios-Huerta es un economista español, de origen vasco y de renombre mundial [1]. En su vida profesional, le dedicó mucho tiempo a investigar las razones psicológicas que impactan la economía de un país, o para reducirlo a algo más comprensible (al menos para mí), la incidencia que tienen distintos factores psicológicos en decisiones que tomamos en la vida cotidiana. Como es esperable, estas situaciones son muy difíciles de modelar y es por eso que Palacios-Huerta encontró una gema para poder experimentar sus hipótesis: el fútbol. ¿Qué puede aprender la economía del fútbol?
Lo que hizo, fue estudiar las definiciones por penales que se produjeron en toda la historia desde que la FIFA eligió ese método para definir un partido empatado en las competencias internacionales de relevancia: Copas de Europa, Copa de Campeones de Europa, Copa América y Campeonatos Mundiales.
Esta metodología se implementó en el año 1970 y se siguió usando hasta hoy, aunque en el año 2003 hubo un “ligero” cambio. Durante 33 años (1970-2003), cuando se producía un empate, el árbitro convocaba a los dos capitanes, tiraba una moneda al aire, y el ganador tenía que patear primero. Es decir, la moneda decidía quién empezaba. Pero eso cambió en 2003. Desde entonces, el proceso es el mismo pero el jugador que gana el sorteo, ¡elige si patea primero o no!
Su respuesta, tal como la mía (antes de leer los artículos de Palacios-Huerta y otros autores, dependiendo del año), seguramente está basada en impresiones, “corazonadas”, experiencias personales… y una larga lista de “etcéteras”. En todo caso, después de leer lo que sigue, creo que usted (y yo) tendremos datos para fundamentar lo que elegimos.
El primer artículo fue publicado en el año 2008. Esto fue lo que me pareció más relevante.
1) Los autores tuvieron en cuenta 2.731 penales
2) En total (hasta el año 2008) se definieron por esa vía 262 partidos en casi cuatro décadas… datos más que suficientes para elaborar algunas conclusiones.
3) Los equipos que patearon primero, o bien porque ganaron el sorteo (hasta el 2003) o porque eligieron hacerlo (desde el 2003-2008) ganaron el partido en un 60.5 por ciento de las veces.
¿Esperaba este resultado? ¿Qué le parece a usted: una anomalía? ¿Por qué habrá pasado… o mejor dicho, por qué pasa lo que pasa?
Si la probabilidad es la misma, ¿por qué ganan más los que patean antes? La primera idea que se me ocurre (y supongo que a usted también) es que tiene que ser un problema psicológico, o si prefiere… ¡la presión!
Un día de junio de 1990, la Argentina se jugaba el pase a las semifinales del mundial de Italia. En la preciosa Florencia el equipo argentino definía con Yugoslavia (sí, todavía se llamaba Yugoslavia) quién habría de enfrentar justamente a Italia, el equipo local.
Maradona me decía: “¿Te imaginás lo que significa caminar desde el centro del campo hasta el punto del penal sabiendo que hay un país entero pendiente de lo que vos hagas? Son 50 metros en donde se te cruza todo por la cabeza y las piernas te pesan una tonelada cada una”.
Como dato colateral, Argentina pateó primero, Diego erró el penal que pateó, pero Goycochea atajó dos y la Argentina se clasificó para jugar contra Italia (a la que le ganó también por penales, pero esta vez en Nápoles). Pero, me desvié.
La presión…el miedo, el futuro… No solo erró Diego en instancias de ese tipo (mostrando que era humano). También fallaron (en diferentes circunstancias): Messi, Riquelme, Baggio, Sócrates, Platini, Zico, Baresi, Raúl, Beckham, Ronaldo, Neymar, Robben, Suárez… y la lista podría continuar.
Los autores ofrecen varias conclusiones que van dejando caer a lo largo de su trabajo: “Usando los datos de 1.343 penales que se ejecutaron a lo largo de 129 definiciones por penales desde 1970 hasta el 2003, encontramos que quienes patearon primero en cada tanda lograron ganar en el 60.5 por ciento de las veces. Teniendo en cuenta que no hay ventaja deportiva en la ejecución, el único elemento que nos permite atribuir esta diferencia, es que el orden en el que sucedió cada secuencia tiene un efecto PSICOLOGICO indisputable”.
Hay otra cosa muy interesante y que tiene un impacto muy fuerte aunque parezca intangible. En la medida que la mayoría de los tiros se convierten, quien patea primero suele romper un empate y se pone por delante en el marcador.
En cambio, quien patea segundo puede aspirar –de máxima– a igualar el resultado. Y acá me permito incluir una observación: es preferible patear primero porque tu equipo tiene no solo la oportunidad de marcar el gol, sino que eventualmente, ante el error, te queda la alternativa de que tu arquero que puede llegar a atajar el penal que sigue y corregir el fallo. En cambio, quien patea segundo, no tiene otra chance.
Otros datos ilustrativos. La cantidad de goles que se convierten en los primeros tiros de los dos equipos va declinando a medida que se aproximan al cuarto y quinto penal. Eso sucede para los dos, pero más se nota en el equipo que patea segundo. Por otro lado, el equipo que pateó primero se impuso en casi un 66% de las veces en que la tanda de penales llegó hasta cinco o menos. Es decir, que no hubo que seguir pateando series de a uno por vez. Cuando se llegó a esta situación, quien pateó primero ganó en un 55.5% de las veces (un 5 por ciento menos). Más aún: el equipo que patea primero parte con un 60.2% de posibilidades de ganar, pero si convierte el primer penal, entonces sus posibilidades aumentan hasta un 67.3%, pero si lo erra, decrece hasta un 33.3%.
Fíjese que mientras el árbitro tira la moneda, la televisión hace un corte para pasar la tanda comercial. ¡Están locos! Justo en ese preciso momento, se está definiendo en un 60-40 el ganador del partido.
Es por eso que para modificar esa realidad el científico español propone lo siguiente. Si llamamos A y B a los dos equipos que tienen que desempatar, que el árbitro tire la moneda para que el ganador elija si tira primero o no, pero la secuencia, en lugar de alternar un penal por equipo, debería ser la siguiente [2]:
A-B-B-A-A-B-B-A-A-B
Final a toda orquesta. Mientras no había datos, estuvo bien experimentar. Con las estadísticas a la vista, sería necio no modificar el método. Mientras tanto, usted ¿qué piensa? ¿Cambiaría la respuesta que me dio al principio?
[1] Se graduó en la Universidad de Chicago, trabajó muchos años en Brown University, EE.UU., y actualmente está radicado en Londres.
[2] Este método es el que se usa, por ejemplo, en los tie-breaks en el tenis
(Fuente: https://www.pagina12.com.ar/14298-penales)