La Latencia Grupal

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La Latencia Grupal

La latencia grupal. Sería importante aclarar que significa la palabra latencia. Según el diccionario de la Real Academia Española: Cualidad o condición de latente. Tiempo que transcurre entre un estímulo y la respuesta que se produce, y, en particular, lapso entre el momento en que se contrae una enfermedad y la aparición de los primeros síntomas.

En la jerga informática: latencia significa lapso necesario para que un paquete de información viaje desde la fuente hasta su destino. La latencia y el ancho de la banda, juntos definen la capacidad y la velocidad de una red.

Para Freud: Período de latencia, en el varón que va desde los 5 a 6 años hasta los 12, época de calma sexual que no es absoluta, ésta se ve interrumpida esporádicamente por excitaciones. La evolución sexual no se interrumpe y solo se halla en estado latente, está presente bajo la superficie, pero sin manifestaciones demasiado visibles.

La libido se dirige a perfeccionar las facultades de sublimación del sujeto. La energía instintiva de los impulsos sexuales son aprovechadas durante esta época para la reestructuración” del Yo, la expansión intelectual, el aumento de los conocimientos, preparándose la capacidad social futura en un circulo ambiental creciente. Durante este período se perfeccionan y organizan las “estructuras que se han planteado en los años anteriores”.

Ana M. Fernández nos dice que todo está ahí latiendo. Dice que es común pensar lo latente como lo que está debajo, en las profundidades, por lo tanto oculto y por lo tanto verdadero.
Se considera al mismo tiempo “la latencia como efecto de estructura”.

Desde este lugar la función de la intervención interpretante es llevar a la superficie ilusional las verdades, que emergen de las profundidades. De esta forma se construye una correspondencia entre lo oculto y lo verdadero. “Pensar lo latente como lo que late –ahí– todo el tiempo, insistiendo en la escena grupal, una latencia en los pliegues de la superficie más que en las profundidades”, parte de la figura de grupo como nudo, de esta forma
se problematiza la lectura de los procesos colectivos: el adentro –el afuera, el arriba– el abajo grupal.

Múltiples hilos que se entrecruzan y dejan ya de resaltar los hilos fundantes, para resaltar el nudo que han formado. Nos habla de las insistencias de lo discontinuo y que esto es lo que nos permite detectar puntos concentrados, apretados, condensados en estos pliegues, en las
hendiduras o espacios pequeños que se forman en la misma superficie, no sería solo una búsqueda en las profundidades, sería hacer visible lo que sólo es invisible por estar en la superficie de las cosas.

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Nos dice que los discursos en grupos no nos otorgan certeza, ni que exista en las profundidades un sentido oculto, uno solo, y que éste se encuentra escondido entre simulacros de superficie. Ella dice que en realidad ponen en juego la imposibilidad de decidir si realmente existe un secreto de verdad entre simulacros manifiestos.

Nos dice que no se partiría de un análisis de los hechos manifiestos, hacia su núcleo interior y oculto, sino se haría un recorrido que detalla insistencias latencias, pues todo está ahí en esa superficie de discursos. “Múltiples flujos constituyen el acontecimiento, múltiples inscripciones forman el nudo grupal, múltiples sentidos, pero también los juegos del sinsentido, la rareza
y la paradoja”.

Y nos dice que si bien todo está ahí latiendo, no todo acontecer grupal tiene igual grado de visibilidad ni tampoco toma forma de enunciado, ni tampoco las insistencias son registradas por sus integrantes de la misma manera. Entonces qué haría que estos sucesos advengan en
acontecimientos, ¿si son una producción de sentido?

Dependerá de las implicancias en que se afecte la coordinación, del momento en que se encuentre la producción de ilusiones, mitos y utopías grupales. “Se trataría de poder pensar los juegos de múltiples marcas, no referir a lo incausado, sino a la coexistencia de cuasi-causas”.

Y nos dice que el coordinador sólo podrá marcar o puntuar algún sentido, interrogar una rareza, resaltar una paradoja, indicar alguna insistencia y ya no será quién descubra la verdad del acontecer grupal, esto redefine el lugar de “poder” del coordinador.

En el texto grupal, el coordinador sólo puede registrar algunos de los aconteceres, y esto sería la función interpretante realizada desde un lugar de ignorancia. “Se deberá renunciar al saber de certeza. El coordinador no es el poseedor de una verdad oculta sino interrogador
de lo obvio”.

(Ana M. Fernández, El campo grupal Ed. Nueva visión,Capitulo VII -El nudo grupal)

(Fuente: http://fido.palermo.edu/servicios_dyc/publicacionesdc/vista/detalle_articulo.php?id_libro=126&id_articulo=1210)

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